Mayo.

Las mañanas siguen siendo frías
porque me despierto con las sábanas
empapadas, húmedas y mojadas,
pero gélidas como las quías.
El ruido de tu silencio me despierta
de madrugada, me adormece
de día, apaga la luz de los días
que enfrías cuando parece
que todavía me querías.

El eco de tu voz se desvanece
en el tiempo, en la distancia, en lo tarde que ahora atardece,
en los besos que ya no te voy dando,
en los besos que das y a los que mi boca ya no pertenece,
en el sentimiento que parece que desaparece…
… y sin embargo y sin quererlo reaparece,
porque cuando parece que perece,
mi torpe corazón evita que cese,
y así onece, y yo sigo en mis trece.