Callar Otorga
Lo más lógico es pensar que en tiempos de guerra, todo agujero es trinchera. Lo más fácil sería pensar que cuanto menos piense en ti, menos te voy a querer. Lo más obvio es que cuanto menos nos veamos, menos te voy a recordar. Pero lo más paradójico es que todo lo anterior es mentira.
Acordarse es inevitable. Intentar olvidarse… Acaba en lo primero. Fingir es engañarse y ocultar es mentira. Razonar es imposible. Discutir es quedar sin argumentos. Pasar página en un libro en blanco no tiene sentido. Arrancar una página de tu libro preferido pierde historia. Ignorar aquellos besos en tu zaguán pierden trama, y el drama gana.
Reconocer no siempre es perder. Reconozco que sigo como el primer día. Reconozco que nada ha cambiado. Reconozco que no entiendo por qué. Reconozco que aunque no lo entienda es lo que quiero, y esa siempre será mi máxima. Reconozco que… Reconozco que tú no.
“Ayer no me querías, hoy no te quiero, mañana no tendremos a quien querer”. Al anochecer todo se ve más claro. Cuando el Sol está detrás es el momento en el que más luz exhala. Cuando no nos podemos ver es el instante de mayor roce, es ese instante en el que nos miramos. Pero cuando no nos vemos ya no nos hablamos. El silencio rompe nuestro momento más cálido. El silencio calla nuestros ojos. El silencio calla… pero callar ya no otorga.
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